viernes, junio 21, 2013

20 de junio (y años pasados).

I
Este día donde estás ausente,
Armando
Ha sido destruido.
Tengo años para decirte
Que no has venido.
Que este día
La sangre es vapor
Y tu hijo menor,
Al que diste por revolcón
Lanzado
Abandonado
“Porque no sabías...”
¿Y qué sabrás tú?
De la infancia que no lograste dejar
De la minería de manos,
De tu viejo suicidado.
Que la vida te ha sucedido de golpe.
Y que no has sido tú,
Sino de ella el humano

II
Entonces tengo este par de horas
Para traerte al trago
Acordarme de un no sé,
Saber un no eres
Que mis intentos de materializarte
En comiditas del pasado
desaparecen
En el regalo afeminado
De no saber, de no estar
para revivir 30 años.

III
Tienes barba como yo
Hasta hablaste de una cierta tradición.
Pero yo recibí la herencia
De tu pene gastado
De tu gacha hombría.
La misma que empuñó con rabia
La historia que birla.
La misma que los domingos
Dejó en este páramo
Un día del padre
Para un esquema solitario.
Para tenerte a ti,
de amigo imaginario
Tú pues, Armando,
La alevosía viva
del padre magro.

IV
Y tú que esto no sabrás
Has logrado
Que esta carta que no leerás
Pierda destinatario
Jamás entenderás
Como se escribe a gritos,
Sin llorar.
Jamás leerás
Qué hacemos los niños
en las sombras de los días
Inventados para celebrar.

V
Hoy te dejo
En un abrazo intenso
El amor de mi niñez
Pero ya partiste
¿Por qué fue que te fuiste,
papá?
¿Por qué fue que te fuiste?
Armando.

VI
Pasó que elegí
Sonreírle a mi dolor
Dejar en calma
Que ya seas
Que ya vayas
Que ya fuiste
Gracias
Y con esta tríada
Despedirme:
20 de junio,
30  años,
24 horas,
Adiós padre,
Adiós Armando.

VII
Pero sabrás de lo infinito
Que recorrerá
Las cartas
Que dicen de las demás
Las preguntas
A quiénes les llevan:
¿Y mi abuelo?
Y yo podré decir
Ya murió
Como de hecho fue
Quemado en no alcanzar nunca,
A decirnos con mi hermano,
Los quiero hijos.
Te quiero,
Armando.


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