miércoles, noviembre 13, 2013

Sin título (1952)

Anótese algo antes de su lectura. El poema a continuación lo escribió mi abuelo, Joaquín Undurraga, allá por 1952.El manuscrito lo vi hace un tiempo y al volver sobre el encontré una unión histórica desde lo sutil, a pesar de que poca estima le pueda tener a su vida y lo ajeno que puede resultar un familiar con que nos vimos 2 veces, a pesar del medio siglo y el agua bajo el puente, al menos por la impresión de un extraño blanco genético, restituyo este poema que en su tono y en su figura nos encuentra, aunque nunca -hasta ahora- hayamos tenido algo que ver. Dice así:

Las primeras luces de mis días
Me sorprendieron ya en marcha
No sé quién me despidió en la partida
Ni quién me recibirá en la llegada

Salí y aún estaba de noche
Conocí las ilusiones del alba
El sol se ocultó al poniente
Y todavía las esperaba

He vagado por los vientos
como ave dominada;
De la tarde oí el lamento
Y aún estoy en la jornada

Peregrino de mi mismo
Con mis años y mis ansias
Llevo en mi valija escondidas
Una cruz y diez espadas 

La cruz acorta el camino
De mi triste retirada
Mil soles ya han tostado
Mi cara desolada

Mi corcel como una nube
Se desplaza lento y con calma
Prisionera de horizontes
Quiere arrancarse mi alma

¿De que me sirve el acero,
de mis espadas erguidas,
si la pena, en mis manos,
no puede detener la huida?

Resignado y vagabundo
Con la sangre adormecida
Traspasaré todos los mundos
De la soledad de mis días.  


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